Además de la guerra Rusia-Ucrania, el año 2022 promete muchos titulares en los mercados, hablamos de un año en el que los Bancos Centrales reducirán el grifo monetario, donde los gobiernos tendrán que ajustarse el cinturón y donde veremos las vergüenzas de muchas empresas cuando baje la marea. Será un año donde se hablará mucho de la web3, de los NFTs y de proyectos relacionados con el metaverso. También veremos si las cripto siguen ganando confianza frente al dinero FIAT. Y en este aspecto, sobre todo, será un año donde la inflación se puede consolidar en cifras insostenibles.
Analicemos, por tanto, esto y démosle algo de luz a lo que puede suponer una devaluación persistente de las divisas.
Lagarde sigue rezando que la inflación en transitoria, pero ese cuento ya no se lo cree nadie. Vamos a explicar por qué.
Por el lado de la oferta, la escasez y los atascos en la cadena de suministro, alimentados por la pandemia y las malas inversiones derivadas del ciclo de auge artificial iniciado en 2012, han contribuido a elevar la inflación anual al 7%. Y por el lado de la demanda, las políticas fiscales y monetarias expansivas han cebado el gasto agregado, lo que nos ha dejado un desequilibrio importante. La producción a corto plazo no puede abastecer la demanda, lo que dispara los precios de los bienes y servicios.
La inflación podrá tocar techo pronto, pero a la Reserva Federal le preocupa que se consolide y desencadene una espiral de precios y salarios -ya estamos viendo crecer mucho la partida de ingresos por hora-. Y esto es algo nuevo para muchos de los que estamos a día de hoy en los mercados, que no hemos vivido tensiones tan altas de inflación nunca.
La FED debe actuar y parece evidente que el endurecimiento de la política económica ahogará la actividad económica, ya que el nivel de deuda pública y privada está casi en máximos históricos. Esto hace, que, en términos bursátiles, los mercados financieros nunca hayan sido tan sensibles a una potencial subida de tasas.
El mercado espera una rápida actuación, por eso, las expectativas de inflación a medio-largo plazo no son elevadas. Parece cristalino que los inversores descuentan un shock deflacionario con la inminente recesión que puede llegar, acelerada, como digo, por ese encarecimiento del precio del crédito. No hay más que analizar la curva de tipos.
Por lo tanto, debemos estar preparados. Incluso pequeñas subidas de tasas podrían tener efectos desmesurados en la bolsa. A día de hoy, el mercado descuenta hasta 6 subidas en 2022 y parece que está absorbiendo poco a poco esas expectativas. El Nasdaq ya ha caído más de un 20% desde máximos, pero, curiosamente, si destripamos el índice, vemos que casi la mitad de sus valores están un 60% por debajo de sus máximos. Es decir, la sangría es importante y sólo la solvencia de los 5-6 grandes valores está sosteniendo al índice.
Cuando un selectivo se concentra en tan pocos activos, suele ser una señal muy peligrosa y que denota fragilidad de la bolsa.
Pero como siempre decimos en TradingPRO, serán los gráficos los que nos avisen de un potencial cambio de tendencia. A nivel económico, un indicador muy relevante del fin del ciclo será la inversión de la curva de tipos.
En primer lugar, para entender el ciclo económico, debemos saber que es mucho más peligrosa la etapa de auge artificial que la de recesión. En las crisis, los factores productivos se reajustan, las malas inversiones se purgan y nuevas oportunidades florecen. Además, los políticos tienen que ajustar el gasto y controlar las cuentas.
Sin embargo, es en la fase de boom cuando todo se desequilibra. Los bancos centrales manipulan el tipo de interés a la baja permitiendo que el sector bancario financie proyectos alocados. Asimismo, el dinero barato permite sobrevivir a empresas de muy baja rentabilidad, zombificando la economía. La distribución de factores (finitos) en épocas de expansión crediticia y auge artificial es siempre ineficiente.
Al fin y al cabo, el falso boom descoordinada el ahorro y la inversión y eso se acaba reflejando en la curva de tipos. Cuando se invierte la misma, podemos empezar a temblar, sobre todo el tipo a 1 años sobre el tipo a 10 años. Esta señal ha precedido prácticamente todas las recesiones de los últimos 50 años.
Actualmente, la diferencia entre los dos es aún suficiente, por lo que todavía está lejos de invertirse. Pero ojo, en verano era el doble, y desde entonces la inflación anual ha subido a su nivel más alto en casi 40 años, lo que ha hecho que los responsables de la política de la Fed, incluido el presidente Jerome Powell, sean ahora más hawkish.
El timing de cuándo llegará la recesión siempre es incierto, pero lo que parece claro es que siempre llegan después del inicio de los ciclos de endurecimiento. Por tanto, si me tengo que mojar con el contexto que se nos viene, apostaría a que podemos ver el cambio de ciclo a finales de 2022 y probablemente se extenderá hasta finales de 2024.
Si esto lo reflejamos en los mercados, sabemos que este año podemos tener un techo de medio plazo en los índices. Evidentemente, esta línea fundamental se tiene que coordinar con una estructura técnica de distribución en los gráficos. Dos claras señales de agotamiento tendencial son los fuertes volúmenes en máximos -clímax- y formación de máximos decrecientes por debajo de soportes. Ojo, patrones que ya se están empezando a dibujar.