El sistema financiero global basado en el crédito que hemos construido desde el año 71 -final de Bretton Woods- y en el que hemos participado activamente durante más de 50 años tiene que crecer continuamente o morir.
El ciclo es claro, cuando la economía se enfría, los Bancos Centrales bajan tipos y expanden la base monetaria (acumulación de deuda), para estimular la economía, cuando la economía se sobrecalienta -burbujas o inflación- hacen exactamente lo contrario.
Los bancos centrales se erigen como grandes planificadores del crédito y son garantes de que la economía no se convierta demasiado rápido en una burbuja o caiga en una espiral deflacionaria de incumplimientos. Buscan un crecimiento crediticio suave y una devaluación de la moneda promedio anual uniforme del 2%. Objetivo que, por desgracia, no siempre saben cumplir.
A pesar de las distorsiones evidentes, el Banco Central manda un mensaje muy perverso a la economía, ya que se convierte en un salvavidas de última instancia. Hagas las cosas bien o mal, tendrás la opción de pedir ayuda al organismo.
Este mensaje ha contribuido a generar niveles de deuda cada vez más altos en relación con el PIB, tanto en el ámbito público como privado, y tasas de interés cada vez más bajas.
Durante las últimas cuatro décadas, el aumento de la deuda a lo largo del tiempo siempre se vio compensado por reducciones en las tasas de interés, de modo queel costo del servicio de esa deuda en realidad nunca aumentó.
El problema es que dentro de esta dinámica todos los principales Bancos Centrales alcanzaron tasas de interés de cero o incluso ligeramente negativas, dejando sin más recorrido la estrategia. Cualquier aumento adicional de la deuda en ese momento sería difícil de compensar con tasas de interés más bajas.
Actualmente nos está estallando la bomba de relojería que tanto tiempo llevamos construyendo. EEUU está en una disyuntiva de inflación o recesión y Europa sin salida ante la inflación y las subidas de las primas de riesgo. Estamos ante la auténtica trampa de los Bancos Centrales.
Además, si el mundo alguna vez sufriera un retroceso significativo en la productividad, por la desglobalización o la demografía, entonces la inflación resultante sería más difícil de compensar con aumentos en las tasas de interés.
Es la primera vez en la historia que vemos a los Bancos Centrales tan atrapados y la situación sólo puede empeorar en próximas crisis. Las herramientas utilizadas en el pasado para planificar la economía ya no son viables ¿Está llegando el sistema monetario actual a sus últimos coletazos?