El oro ha estado experimentando uno de los desempeños más notables de la historia. La llamada "reliquia bárbara" ha subido más del 15% en lo que va del año. En un período favorable para las acciones, donde el S&P 500 ha subido un 22%, el metal ha sabido seguir el ritmo. Pero es que en los últimos cinco años, el metal amarillo (línea dorada) ha retornado casi un 88% frente al 73% del S&P 500 (sin dividendos). Esto es realmente llamativo.
Mientras la mayoría de los medios financieros convencionales se han emocionado con el aumento de las acciones, los precios del oro han proporcionado rentabilidades similares. Y todo esto a pesar del aumento de las tasas de interés reales (ajustadas por inflación) y del dólar estadounidense (correlación inversa).
En 2022, por primera vez en décadas, los precios del oro continuaron avanzando a pesar del aumento de las tasas reales. Esa divergencia podría significar generalmente que los precios del oro anticipan una caída en las tasas de interés reales o al menos que la inflación supere los rendimientos a 10 años, como ocurrió en 2020.
El ciclo, por tanto, nos deja los siguientes catalizadores:
-- Expectativa de tipos reales negativos.
-- Espiral de deuda global.
-- Conflictos bélicos y apuesta de gobiernos por activos "neutros".
Por estas razones, pensamos que el oro sigue teniendo bastante recorrido y es un activo interesante para nuestros porfolios. El target que tenemos para 2025 son los 2950 dólares por onza troy.
¿Qué moneda reemplazará al dólar?
Ninguna... pero el oro comenzó a reemplazar a los bonos del Tesoro de Estados Unidos en las reservas de divisas en 2014, lo que ha obligado a la Reserva Federal y a los bancos estadounidenses a financiar déficits marginales estadounidenses.
Tenencias de bonos del Tesoro de los bancos centrales de EEUU y de la Reserva Federal (2014-actualidad) en fuerte aumento. Una imagen que vale más que mil palabras: