La deuda pública de Estados Unidos ha alcanzado un nuevo máximo histórico de 36,2 billones de dólares, situándose en más del 120% de su PIB. Este porcentaje no solo es uno de los más altos jamás registrados, sino que también supera con creces los niveles observados durante los momentos más críticos de la Segunda Guerra Mundial.
En el tercer trimestre de 2024, los gastos netos anualizados por intereses de esta deuda alcanzaron la asombrosa cifra de 1,12 billones de dólares, lo que equivale a 3069 millones de dólares por día.
Mirando hacia adelante, se proyecta que en la próxima década los pagos netos de intereses representarán hasta el 25% de los ingresos fiscales del gobierno federal.
Sin embargo, el escenario podría ser incluso más alarmante: estas proyecciones se basan en supuestos optimistas de tasas de interés moderadas y la ausencia de recesiones económicas durante los próximos diez años.
En última instancia, la carga de la deuda pública no solo compromete la sostenibilidad fiscal del país, sino que también erosiona de manera implacable el valor real de su moneda.