
Tether se ha convertido en una de las piezas más influyentes del ecosistema financiero digital. Como stablecoin, su promesa es simple: mantener una paridad constante con el dólar estadounidense. En la práctica, funciona como una versión digital del billete verde que circula sobre infraestructuras blockchain, al margen del sistema bancario tradicional.
Nació como una solución pragmática para traders que necesitaban mover capital con rapidez y sin fricción bancaria. Sin embargo, su papel ha evolucionado de manera profunda. Hoy, Tether es una herramienta clave para el envío de remesas, para las transferencias transfronterizas instantáneas y, sobre todo, para millones de personas en economías frágiles que buscan refugio frente a monedas locales que se deprecian sin descanso y sistemas financieros poco confiables. Con aproximadamente 184 mil millones de USDT en circulación, la moneda se ha consolidado como la columna vertebral de un sistema financiero paralelo que opera muchas veces donde los bancos no llegan.
El mecanismo en teoría que sostiene a Tether se basa en un principio clásico: cada token emitido estaría respaldado por activos reales. La empresa asegura contar con reservas suficientes para cubrir el total de USDT en circulación. No obstante, esas reservas no están compuestas exclusivamente por efectivo. Incluyen letras del Tesoro de Estados Unidos, bonos corporativos, préstamos garantizados, Bitcoin y, cada vez con más peso, oro físico. Lejos de mantener los fondos inmóviles, Tether los gestiona de forma activa, obteniendo rendimientos a través de intereses, préstamos y otras estrategias financieras. El problema es evidente: no todos esos activos ofrecen el mismo nivel de estabilidad. Bitcoin puede experimentar caídas abruptas y el oro, aunque considerado refugio, también exhibe volatilidad en determinados contextos macroeconómicos.
Precisamente, el movimiento más llamativo de Tether en los últimos tiempos ha sido su agresiva incursión en el mercado del oro. Según datos recopilados por el Financial Times, la compañía adquirió cerca de 26 toneladas en el tercer trimestre de 2025, superando incluso las compras realizadas por bancos centrales individuales durante ese mismo periodo. Para ponerlo en perspectiva, Kazajistán adquirió 18 toneladas, Brasil 15 y Turquía apenas 7.
Este frenesí comprador ha colocado a una empresa nacida en el universo cripto por delante de varios Estados soberanos en materia de reservas aureas. Actualmente, Tether poseería alrededor de 116 toneladas de oro físico, valoradas entre 14,000 y 15,000 millones de dólares. Con esa cifra, se convierte en el mayor tenedor de oro que no es un banco central en el mundo, superando incluso las reservas de países como Corea del Sur, Hungría o Grecia.
¿Qué hay detrás de esta estrategia? Principalmente, una búsqueda de legitimidad. El oro sigue siendo, en el imaginario colectivo y en los mercados, el activo refugio por excelencia. Al reforzar sus reservas con metal precioso, Tether intenta proyectar una imagen de solidez ante instituciones e inversores de mercados emergentes que buscan garantías tangibles. La maniobra es también posible gracias a su elevada rentabilidad: la compañía estima beneficios cercanos a los 15 mil millones de dólares en 2025. A este ritmo, algunos analistas consideran que podría seguir acumulando hasta 60 toneladas de oro por año. Esta nueva fuente de demanda, no menor, ha contribuido además al fuerte repunte del precio del oro, que en 2025 acumula una subida superior al 50 %. El mercado del oro, tradicionalmente dominado por bancos centrales y grandes fondos, comienza a sentir el peso del capital proveniente del ecosistema cripto.
Sin embargo, bajo la superficie dorada aparecen señales de alerta. S&P Global, una de las agencias de calificación más influyentes del mundo, ha otorgado a Tether una calificación de 5, considerada dentro de la categoría más débil. El foco de preocupación reside en la composición de sus reservas: aproximadamente un 5,6 % está vinculado a Bitcoin, mientras que su colchón de seguridad se sitúa en torno al 3,9 %. En un escenario adverso, una fuerte caída del precio del Bitcoin —o incluso del propio oro— podría dejar a la empresa con un respaldo insuficiente frente al volumen total de USDT en circulación. Para una moneda cuyo principal argumento de venta es la estabilidad, esa exposición a la volatilidad resulta, como mínimo, inquietante.
A esto se suma una falta de transparencia que continúa generando dudas. S&P señala que la compañía no proporciona información suficientemente clara sobre quién custodia exactamente sus activos ni qué nivel de riesgo representan esas contrapartes. Tampoco existe un marco que garantice que, en caso de insolvencia, los poseedores de USDT tendrían prioridad para recuperar sus fondos. Y, aunque Tether sostiene que sus tokens pueden canjearse por dólares, el umbral mínimo para hacerlo directamente con la empresa —100,000 dólares— deja fuera a la inmensa mayoría de los usuarios.
Nada de esto implica que Tether esté al borde de un colapso inminente. Pero sí revela una realidad que muchos prefieren ignorar: detrás de ese “dólar digital” que circula por todo el mundo existe un entramado complejo de activos, riesgos y decisiones estratégicas que merecen una mirada mucho más atenta. Porque cuando una stablecoin comienza a competir con países por el control del oro, ya no estamos hablando solo de criptomonedas. Estamos hablando de poder financiero.