La pantalla táctil de tu teléfono, los tubos fluorescentes, los componentes de vehículos eléctricos y muchos otros dispositivos tecnológicos dependen de ciertos elementos químicos conocidos como tierras raras. Aunque su nombre sugiere lo contrario, estos elementos son cada vez más comunes en nuestra vida diaria.
¿Qué son las tierras raras?
Las tierras raras no son ni tierras ni particularmente raras. Este término agrupa a 17 elementos químicos que, aunque comparten propiedades similares, son en su mayoría escasos en la corteza terrestre. Estos elementos incluyen el lantano, cerio, praseodimio, neodimio, entre otros. La denominación "tierras" proviene de un término histórico para "óxidos" en química, y aunque algunos de estos elementos son comunes, como el cerio, otros son más difíciles de encontrar.
Importancia de las tierras raras
Descubiertas en el siglo XVIII, las tierras raras comenzaron a ser utilizadas en la industria militar en las décadas de 1950 y 1960. En los últimos 15 años, su uso se ha expandido debido a su papel crucial en la fabricación de tecnologías de consumo.
Sus propiedades únicas las hacen indispensables en productos de alta tecnología como teléfonos móviles, discos duros y vehículos eléctricos. En el sector energético, elementos como el gadolinio y el terbio son esenciales para las células fotovoltaicas, mientras que el lantano y el neodimio son vitales para las baterías de coches eléctricos. Sin embargo, la extracción y refinamiento de estos elementos es complejo, lo que los convierte en minerales críticos para la economía global.
Producción y desafíos ambientales
En 1993, China producía el 38% de las tierras raras a nivel mundial, pero para 2011, su participación había aumentado al 97%. Esta dependencia de China ha llevado a buscar alternativas para reducir el monopolio, pero a día de hoy no existen demasiados productos "sustitutivos"
Una estrategia para disminuir la dependencia de China es sustituir las tierras raras por elementos más comunes. Tesla, por ejemplo, planea usar imanes sin tierras raras en sus futuros motores eléctricos. Pero de dicho al trecho hay un gran camino.
Otra estrategia es la economía circular, que busca recuperar, reutilizar y reciclar estos elementos, aunque las tecnologías para hacerlo son complejas. Actualmente, solo el 1% de las tierras raras se reciclan, pero la economía circular ofrece un futuro prometedor al crear oportunidades económicas, sociales y ambientales más sostenibles.
Lo que es evidente es que, a día de hoy, las tierras raras son la carta más potente que tiene China para evitar la guerra arancelaria de EEUU.
Si Trump aplica tarifas muy fuertes al gigante asiático, éste puede amenazar con dejar de exportar estos minerales a EEUU y eso castigaría muchísimo al sector tecnológico americano y a Silicon Valley. Como en toda guerra, ambos bandos tienen sus cartas y su dependencia. El proteccionismo de Donald Trump, con suerte, se puede encontrar con un muro difícil de vencer.