La situación en Rusia ha cambiado drásticamente en el sector automotriz. Lo que comenzó como un efecto de las sanciones internacionales ahora se ha convertido en una transformación total del mercado.
Mientras que en Alemania un BMW X5 30d se vende por unos $95,000, en Rusia el precio de un modelo equivalente ronda los $56,000. Además, los autos chinos están ganando terreno rápidamente, ofreciendo vehículos como el Zeekr X, que cuesta $47,000 pero incluye características comparables a las de un BMW X7, cuyo valor en Europa alcanza los $96,000.
La participación de mercado de los automóviles de marcas occidentales en Rusia se ha desplomado del 69% en febrero a tan solo un 8.5%. Paralelamente, los autos chinos han tomado la delantera, incrementando su participación del 9% al 57%. Esto no solo refleja la retirada de muchas marcas europeas y estadounidenses debido a las sanciones, sino también la capacidad de las empresas chinas para adaptarse rápidamente y llenar el vacío con vehículos tecnológicamente avanzados, competitivos en precio y mejor alineados con la demanda actual de los consumidores rusos.
China no solo está consolidando su presencia en el mercado ruso, sino también aprovechando esta oportunidad para posicionarse como un jugador clave en la industria automotriz global. Mientras tanto, los consumidores rusos se están inclinando cada vez más por opciones chinas debido a su accesibilidad, calidad mejorada y la falta de alternativas tradicionales.